Revelaciones de mis Guias sobre mis Vidas Pasadas: Fui una Emperatriz - Fui la Mujer de Samaria y Fui una joven mujer, no me dieron a conocer el nombre de esta joven a quien la ví en algún lugar de Europa
Marlene Internacional Medium y Terapeuta del Alma
Mi vida pasada como la Emperatriz
San Benito de Palermo y el Abbad San Benito de Nursia, fueron los dos sacerdotes en espiritu (mis Guias) quienes me revelaron dia a dia quien fue antes de esta vida y fueron ellos quienes me llevaban a las diferentes etapas de vida donde existi.
Asi de estas forma se inicio los viajes con mis dos Guias
Depués del trabajo, todo lo que me interesaba era descanzar! y como era mi rutina subi a mi dormitorio e hice lo mismo que otros días: me quité los zapatos y subí a la cama a descansar. Puse los pies en alto, cerraba los ojos y dejaba caer mi cuerpo en mi cama; y de pronto yo estaba parada en una habitación muy grande. Las paredes se veían altas, anchas ,había una ventana delgada y alta, no vi nada a través de ella. Había silencio y soledad en ese recinto.
Yo estaba parada frente a una mujer, la cual estaba sentada y vestía majestuosamente. Tenía el rostro sereno, podia ver claramente su frente amplia y sin ninguna arruga. Su rostro era sereno con los cabellos oscuros peinados hacia atrás con una linea al medio y no llevaba ningun adorno sobre su cabeza, Su piel era blanca, los ojos eran grandes no puedo decir el color, tal vez azul oscuro, los labios no eran gruesos, la nariz era recta, las cejas bien delineadas.
El vestido que llevaba era oscuro, no se si era seda o terciopelo, las mangas eran ámplias y tenían un hermoso encaje. Pude observar su pecho sin ningún adorno solo el encaje alrededor
Ella estaba sentada al frente de una mesa de madera muy oscura.
De pronto escuché la voz de Benito, su voz era nítida y clara, Él estaba a mi costado pero no lo veía; sólo escuchaba su voz que me decía: “ mírala bien y dime que tienes en común con ella,” mi respuesta fue corta y precisa:" no encuentro nada en común conmigo", dijo nuevamente: “Pon atención y mírala otra vez”, volví a mirar aquella mujer quién estaba en la misma posición, no se movía. Demoré unos segundos; fijé la mirada en su rostro y dije: “ el corte de cara, la frente, los labios” ……de pronto me encontré en mi cuerpo nuevamente y en mi dormitorio.
San Benito de Palermo y el Abbad San Benito de Nursia, fueron los dos sacerdotes en espiritu (mis Guias) quienes me revelaron dia a dia quien fue antes de esta vida y fueron ellos quienes me llevaban a las diferentes etapas de vida donde existi.
Asi de estas forma se inicio los viajes con mis dos Guias
Depués del trabajo, todo lo que me interesaba era descanzar! y como era mi rutina subi a mi dormitorio e hice lo mismo que otros días: me quité los zapatos y subí a la cama a descansar. Puse los pies en alto, cerraba los ojos y dejaba caer mi cuerpo en mi cama; y de pronto yo estaba parada en una habitación muy grande. Las paredes se veían altas, anchas ,había una ventana delgada y alta, no vi nada a través de ella. Había silencio y soledad en ese recinto.
Yo estaba parada frente a una mujer, la cual estaba sentada y vestía majestuosamente. Tenía el rostro sereno, podia ver claramente su frente amplia y sin ninguna arruga. Su rostro era sereno con los cabellos oscuros peinados hacia atrás con una linea al medio y no llevaba ningun adorno sobre su cabeza, Su piel era blanca, los ojos eran grandes no puedo decir el color, tal vez azul oscuro, los labios no eran gruesos, la nariz era recta, las cejas bien delineadas.
El vestido que llevaba era oscuro, no se si era seda o terciopelo, las mangas eran ámplias y tenían un hermoso encaje. Pude observar su pecho sin ningún adorno solo el encaje alrededor
Ella estaba sentada al frente de una mesa de madera muy oscura.
De pronto escuché la voz de Benito, su voz era nítida y clara, Él estaba a mi costado pero no lo veía; sólo escuchaba su voz que me decía: “ mírala bien y dime que tienes en común con ella,” mi respuesta fue corta y precisa:" no encuentro nada en común conmigo", dijo nuevamente: “Pon atención y mírala otra vez”, volví a mirar aquella mujer quién estaba en la misma posición, no se movía. Demoré unos segundos; fijé la mirada en su rostro y dije: “ el corte de cara, la frente, los labios” ……de pronto me encontré en mi cuerpo nuevamente y en mi dormitorio.
Segunda Visita a la Emperatriz
Una vez en mi dormitorio me echaba en la cama y cerraba los ojos; casi de inmediato estaba nuevamente en la misma habitación de la vez anterior yo estaba frente a la misma mujer. La habitación era amplia las paredes muy altas no había color en ellas, era lo que podría llamarse color natural de la piedra, las ventanas muy largas y altas. Un silencio sordo reinaba en aquel lugar, esta dama lucia con todo el esplendor de una Reina. Benito afirmo eso.
Aquella Reina vestida elegantemente, estaba sentada detrás de una mesa de madera, era la misma habitación de la vez anterior pero esta vez tenía a su costado una adorable niña de unos 3 o 4 años, la pequeña llevaba un vestido largo de terciopelo oscuro, sus cabellos eran ondulados ,castaños dorados y le llegaba hasta los hombros.
Su piel se veia suave y rosada con la carita dulce miraba a la madre, aquella imagen aún esta presente en mi memoria, como si fuera ayer que las hubiera visto, al estar frente a ellas escuché la voz de Benito, mi guía, el cual me decía que aquella niña fue mi hija. No recuerdo haber sentido ninguna emoción con la noticia.
Ellos me explicaron acerca de mi actitud frente a mi vida actual. En ese momento comprendí porque no había humildad en mi. La Reina dejó marcas en mi alma y eso era el motivo por el cual Dios me pedía ser humilde. Para mi era imposible ser humilde, porque no sabía como eliminar dichos sentimientos de superioridad.
Al conocer y entender quien fuí; con el correr del tiempo esos sentimientos se fueron desvaneciendo. Pedí a mis Guias que me dieran el nombre de la Reina y me dijeron: “ese es trabajo tuyo”.
Una vez en mi dormitorio me echaba en la cama y cerraba los ojos; casi de inmediato estaba nuevamente en la misma habitación de la vez anterior yo estaba frente a la misma mujer. La habitación era amplia las paredes muy altas no había color en ellas, era lo que podría llamarse color natural de la piedra, las ventanas muy largas y altas. Un silencio sordo reinaba en aquel lugar, esta dama lucia con todo el esplendor de una Reina. Benito afirmo eso.
Aquella Reina vestida elegantemente, estaba sentada detrás de una mesa de madera, era la misma habitación de la vez anterior pero esta vez tenía a su costado una adorable niña de unos 3 o 4 años, la pequeña llevaba un vestido largo de terciopelo oscuro, sus cabellos eran ondulados ,castaños dorados y le llegaba hasta los hombros.
Su piel se veia suave y rosada con la carita dulce miraba a la madre, aquella imagen aún esta presente en mi memoria, como si fuera ayer que las hubiera visto, al estar frente a ellas escuché la voz de Benito, mi guía, el cual me decía que aquella niña fue mi hija. No recuerdo haber sentido ninguna emoción con la noticia.
Ellos me explicaron acerca de mi actitud frente a mi vida actual. En ese momento comprendí porque no había humildad en mi. La Reina dejó marcas en mi alma y eso era el motivo por el cual Dios me pedía ser humilde. Para mi era imposible ser humilde, porque no sabía como eliminar dichos sentimientos de superioridad.
Al conocer y entender quien fuí; con el correr del tiempo esos sentimientos se fueron desvaneciendo. Pedí a mis Guias que me dieran el nombre de la Reina y me dijeron: “ese es trabajo tuyo”.
Tercera Visita a la Emperatriz
Los días de trabajo eran siempre igual, al terminar el día regresaba a casa e ingresaba en mi pequeña rutina, almorzar a eso de las 4 de la tarde, poner en orden toda la cocina y luego subir a mi habitación a descansar, poner mis pies en alto porque la mayor parte del tiempo la pasaba parada de un lado a otro.
La tercera vez y la última vez que me mostraron a la Reina, fue para mostrarme el lugar donde viví en esa vida. Recuerdo claramente la presencia de mis Benitos junto a mi, pero en ningun momento los vi. Nos movíamos con rapidez en el espacio, lo único que sabía es que estabamos sobre algún lugar que mis Guias conocian y deseaban mostrarme
Lo único que puedo decir es que, recuerdo las nubes de esa tarde gris y desde lo alto veia la hermosa mansión de color claro, casi blanco, la mansión era larga muy amplia, mientras recorriamos sobre esa mansion mi mente era lúcida, tenía consciencia de lo que estaba viendo, pero no reconocí el lugar mientras todo esto sucedia, no ví en ningún momento mi cuerpo. Suspendida en el espacio me sentia segura acompañada por los dos Benitos
Mientras observaba todo el panorama debajo mio, escuche la voz de Benito y dijo: "Aquí pasaste gran parte de tu vida" y guardo silencio. No hice ningun comentario; en silencio continuamos volabamos sobre aquel enorme palacio y de pronto volví a mi cuerpo.
Recuerdo el palacio pero no puedo recuerdar detalles porque había mucha neblina.
Los días de trabajo eran siempre igual, al terminar el día regresaba a casa e ingresaba en mi pequeña rutina, almorzar a eso de las 4 de la tarde, poner en orden toda la cocina y luego subir a mi habitación a descansar, poner mis pies en alto porque la mayor parte del tiempo la pasaba parada de un lado a otro.
La tercera vez y la última vez que me mostraron a la Reina, fue para mostrarme el lugar donde viví en esa vida. Recuerdo claramente la presencia de mis Benitos junto a mi, pero en ningun momento los vi. Nos movíamos con rapidez en el espacio, lo único que sabía es que estabamos sobre algún lugar que mis Guias conocian y deseaban mostrarme
Lo único que puedo decir es que, recuerdo las nubes de esa tarde gris y desde lo alto veia la hermosa mansión de color claro, casi blanco, la mansión era larga muy amplia, mientras recorriamos sobre esa mansion mi mente era lúcida, tenía consciencia de lo que estaba viendo, pero no reconocí el lugar mientras todo esto sucedia, no ví en ningún momento mi cuerpo. Suspendida en el espacio me sentia segura acompañada por los dos Benitos
Mientras observaba todo el panorama debajo mio, escuche la voz de Benito y dijo: "Aquí pasaste gran parte de tu vida" y guardo silencio. No hice ningun comentario; en silencio continuamos volabamos sobre aquel enorme palacio y de pronto volví a mi cuerpo.
Recuerdo el palacio pero no puedo recuerdar detalles porque había mucha neblina.