Conversación Psíquica con mascotas
El perrito Benji
Marlene Psiquica Internacional Medium
Testimonio de Pamela en la muerte de su mascota Benji
Como un mes antes de que mi pequeño Benji muriera, yo había compartido la nota de alguien sobre la despedida de las mascotas al morir. Marlene comentó, para mi sorpresa, que las mascotas sí se despiden de nosotros y pueden comunicarse. En ese momento yo no tenía idea de que mi niño querido se iría tan de golpe con tan solo 6 años de vida humana.
Día y medio después de su partida busqué el artículo y contacté a Marlene y a la mañana siguiente tuvimos una sesión.
Benji se presentó en los brazos de mi abuela materna que le sobaba los ojos (yo no le había dicho a Marlene que él era ciego desde pequeño). Me dijo que ella lo había esperado y lo estaba cuidando. Además, me dijo con mucha certeza que fueron los ángeles, a quienes yo les había pedido que lo cuiden, quienes se lo llevaron.
Algo que me extrañó y desconcertó es que desde un primer momento ella dijo “son dos”. En ese momento, con tanto dolor y atontada por algunos medicamentos, no entendí a qué se refería. Horas después recordé y todo encajó. Sí, eran dos Benjis. A uno lo conocí y quise muchísimo cuando tenía 13 años y el otro llegó casi 26 años después. Los dos eran blancos, pequeños, peludos, graciosos, inteligentes, con ojos redondos, podrían ser casi gemelos. A uno le encantaba el chocolate, como dijo Marlene, y los helados. El otro, mi niño, pese a ser ciego se comunicaba con la mirada y respondía y pedía las cosas con gestos. También me contó que Benji salió de su cuerpo por completo al ser cremado y entró en una cajita. Que había visto la vela que encendimos para él y que tenía una flor blanca en la boca. Me dijo cosas de mi vida y mi presente, que yo no hubiera imaginado que mi Benji fuera capaz de entender o percibir.
Sólo le pregunté dos cosas, la primera un poco tonta, pero necesitaba escucharlo: “¿lo puedes ver?”. Me dijo que sí, que estaba parado en dos patitas a mi lado. Luego le pregunté si él estaba bien y, gracias a Dios, me contestó que sí y que le gustaba estar en brazos.
Gracias, Marlene por tu don y paciencia. Gracias eternas por comunicarme con mi pequeño.
Un abrazo, Pamela.
Lima-Perú
Como un mes antes de que mi pequeño Benji muriera, yo había compartido la nota de alguien sobre la despedida de las mascotas al morir. Marlene comentó, para mi sorpresa, que las mascotas sí se despiden de nosotros y pueden comunicarse. En ese momento yo no tenía idea de que mi niño querido se iría tan de golpe con tan solo 6 años de vida humana.
Día y medio después de su partida busqué el artículo y contacté a Marlene y a la mañana siguiente tuvimos una sesión.
Benji se presentó en los brazos de mi abuela materna que le sobaba los ojos (yo no le había dicho a Marlene que él era ciego desde pequeño). Me dijo que ella lo había esperado y lo estaba cuidando. Además, me dijo con mucha certeza que fueron los ángeles, a quienes yo les había pedido que lo cuiden, quienes se lo llevaron.
Algo que me extrañó y desconcertó es que desde un primer momento ella dijo “son dos”. En ese momento, con tanto dolor y atontada por algunos medicamentos, no entendí a qué se refería. Horas después recordé y todo encajó. Sí, eran dos Benjis. A uno lo conocí y quise muchísimo cuando tenía 13 años y el otro llegó casi 26 años después. Los dos eran blancos, pequeños, peludos, graciosos, inteligentes, con ojos redondos, podrían ser casi gemelos. A uno le encantaba el chocolate, como dijo Marlene, y los helados. El otro, mi niño, pese a ser ciego se comunicaba con la mirada y respondía y pedía las cosas con gestos. También me contó que Benji salió de su cuerpo por completo al ser cremado y entró en una cajita. Que había visto la vela que encendimos para él y que tenía una flor blanca en la boca. Me dijo cosas de mi vida y mi presente, que yo no hubiera imaginado que mi Benji fuera capaz de entender o percibir.
Sólo le pregunté dos cosas, la primera un poco tonta, pero necesitaba escucharlo: “¿lo puedes ver?”. Me dijo que sí, que estaba parado en dos patitas a mi lado. Luego le pregunté si él estaba bien y, gracias a Dios, me contestó que sí y que le gustaba estar en brazos.
Gracias, Marlene por tu don y paciencia. Gracias eternas por comunicarme con mi pequeño.
Un abrazo, Pamela.
Lima-Perú